Desde la entrada a las cuevas, continuamos al sur para dar con un sendero que zigzaguea en descenso, y que va en paralelo a la cara oeste de la cresta que vamos a realizar.
Más abajo, y cuando las paredes pierden altura, tomamos una vira ascendente que nos mete de lleno en la cresta.
El principio es ancho y fácil, hasta llegar a un paso estrecho, que obliga a trepar por encima de un agujero en la roca de dudosa resistencia a nuestro peso.
Alcanzamos un pequeño espolón rematado por un corto muro vertical surcado por una fisura.
Solventamos sin contratiempos el paso más difícil que vamos a encontrar en el día de hoy (III+/IV). No hará falta utilizar la cuerda si nos movemos con soltura en este tipo de terreno.
A continuación, la cresta se ensancha y permite ir caminando. Más adelante, pasaremos por encima de El Forat (un enorme agujero que atraviesa la montaña de lado a lado), hallando seguidamente un pequeño espolón de fácil superación.
Continuamos por el filo, con unas vistas vertiginosas y espectaculares hacia ambos lados.
Llegamos a un punto en el que se aprecia la parte más estrecha de la arista y que precede a una altiva torre calcárea.
Estamos ante la zona más afilada y aérea de todo el recorrido. Nos encordamos para escalar la estrecha sección de roca de dudosa consistencia (fácil, pero expuesto), lo cual obliga a moverse con bastante precaución.
La aventura sigue. Ahora toca superar una torre de una treintena de metros, su escalada (IIIº), más franca y compacta que la del anterior filo aéreo, se desarrolla a través de grandes bloques de roca.
Alcanzamos la zona superior de la torre, donde aprovechamos para descansar y echar un vistazo atrás, observando una parte del recorrido realizado.
En la fotografía siguiente vemos más en detalle la sección estrecha y aérea de la arista (parte inferior de la imagen).
Las dificultades han terminado. Recogemos la cuerda y caminamos hacia el norte, la impactante imagen de la cara oeste de la Torre de Paiju nos acompaña.
En el collado que hay antes de ganar la cima de la Torre de Paiju, giramos a la izquierda (oeste),
iniciando el incómodo descenso que nos espera.
Lo que nos queda hasta enlazar con el camino del PR-CV 2, y a través del cual se llega al aparcamiento, es de traca. Haremos un descenso a matxete memorable, donde no faltarán los derrapes al límite del castañazo, arañazos por doquier, caídas polvorientas e infernales y un sinfín de blasfemias no aptas para un público menor de edad. Todo un compendio de lo que puede ser un descenso breve, pero txungo de pelotas, uno más de los que se estilan por estas tierras levantinas.
Más tarde, y en frío, todo lo sufrido se ve de otra manera, cuando al tomar al asalto la barra de algún bar, y entre birras y cachondeo, vamos contando las "mejores jugadas" del partido".
No tenemos remedio. C´est la vie!.